Imagina a dos científicas: una en Boston, otra en Barcelona. Ambas impulsadas por un propósito, trabajando en una molécula que podría cambiar vidas. Pero entre ellas no solo está el océano Atlántico, sino también capas de matices culturales, divergencias regulatorias y, cada vez más, tensiones políticas.
En mi presentación a la comunidad de Futuro Perfecto el año pasado, planteé una pregunta simple pero esencial: ¿Por qué algunas alianzas biotecnológicas tienen éxito mientras otras fracasan silenciosamente? La respuesta, como siempre, es compleja. Pero una realidad se ha vuelto más nítida en 2025: para las empresas europeas que miran hacia Estados Unidos, los riesgos aumentan.
En LBBAL Alianza, estamos justo en esa intersección. Con sede en España, nuestra consultoría es profundamente europea en valores y estructura, pero con dos décadas de experiencia directa asesorando y negociando con socios estadounidenses. Conocemos los supuestos implícitos, los diferentes significados de un «sí», y cómo traducir no solo el lenguaje, sino la intención.
Hoy, cuando las alianzas están bajo mayor presión que nunca, esta capacidad de traducción se ha vuelto indispensable.
Más allá del contrato: Lo que realmente requieren las alianzas transatlánticas
Lo que compartí con Futuro Perfecto no fue una lista de pasos, sino una reflexión sobre los patrones que vemos en acuerdos reales. El contrato puede estar bien redactado. La ciencia puede ser sólida. Pero cuando los plazos empiezan a retrasarse, cuando la información clave no fluye, o cuando una decisión se aplaza por tercera vez… entonces, ¿qué?
Sabemos por experiencia que hay cuatro factores decisivos:
- Alineación: Un objetivo común no basta. Ambas partes deben entender por qué ese objetivo importa ahora.
- Complementariedad de capacidades: No solo científica, sino también operativa.
- Lógica comercial compartida: Ambas partes deben ver más valor juntas que por separado.
- Infraestructura de confianza: Compatibilidad cultural, procesos de decisión y mecanismos claros de escalamiento.
Cuando la colaboración es transatlántica, cada uno de estos factores se complica.
Pensemos en el tiempo: en EE. UU., un hito regulatorio puede marcar urgencia. En Europa, puede prevalecer la cautela por las dinámicas de acceso al mercado. O la comunicación: un equipo estadounidense puede esperar actualizaciones inmediatas por Slack; su contraparte europea quizás priorice la documentación formal. Estas diferencias no son triviales. Se vuelven fallas si no se gestionan.
El clima político ha cambiado. ¿Están tus alianzas preparadas?
En 2025, el contexto geopolítico ya no es un telón de fondo; es un actor principal. El ciclo electoral en EE. UU., las reformas de financiación en la UE, los nuevos controles de exportación en tecnologías sanitarias… todo esto impacta los acuerdos.
Para empresas europeas que buscan socios estadounidenses (y viceversa), esto implica más que una diligencia debida. Significa construir resiliencia desde el primer día.
En LBBAL, cada vez más clientes nos preguntan:
- ¿Cómo protegemos nuestra propiedad intelectual en un programa conjunto?
- ¿Y si un cambio normativo interrumpe la estrategia regulatoria?
- ¿Cómo escalar un conflicto sin romper la colaboración?
Estas no son solo preguntas legales. Son estratégicas, operativas y humanas. Ahí es donde nuestra experiencia en gestión de alianzas internacionales marca la diferencia.
Del acuerdo a la ejecución: El verdadero trabajo comienza tras la firma
Un tema clave de mi charla fue este: firmar el contrato no es el final, es la señal de salida.
LBBAL ha apoyado alianzas donde los equipos de EE. UU. y Europa tenían supuestos completamente distintos sobre los plazos de transferencia tecnológica, o sobre quién debía liderar la presentación regulatoria. Hemos intervenido cuando se perdían hitos porque las partes no coincidían en la definición de «listo».
Por eso defendemos una definición temprana del éxito, una gobernanza clara de la alianza y revisiones conjuntas regulares.
Nuestros servicios van mucho más allá de revisar contratos. Ayudamos a establecer una cadencia adecuada de reuniones de gobernanza, documentamos decisiones conjuntas, realizamos seguimiento de hitos y preparamos a los equipos internos para colaborar con su contraparte transatlántica. En un caso reciente, un proyecto conjunto fue rescatado gracias a un simple seguimiento compartido y foros de decisión quincenales. Herramientas básicas, pero críticas en momentos de crisis.
Europa mira hacia el oeste, con cautela y determinación
No hay duda: para muchas biotecnológicas europeas, EE. UU. sigue siendo el mercado más estratégico y la fuente más probable de financiación y capacidad de comercialización. Pero entrar en una alianza con los ojos cerrados, o confiando en que «ya lo resolveremos», ya no es viable.
El camino hacia la innovación es cada vez más colaborativo y más transfronterizo. Pero colaborar no significa asimilarse. En LBBAL, ayudamos a nuestros clientes europeos a mantener sus valores mientras navegan las expectativas de socios estadounidenses. Hacemos lo complejo comprensible, lo opaco transparente, y lo caótico coordinado.
Porque en la construcción del futuro biotecnológico, el Atlántico debe ser un puente, no una barrera.¿Quieres asegurarte de que tu alianza transatlántica esté construida para durar? Conversemos.